La Obediencia a Dios Comienza con Humildad
Filipenses 2:8
"Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz."
La verdadera obediencia a Dios nace de un corazón humilde. Cuando reconocemos que Su voluntad es perfecta y que dependemos completamente de Él, estamos listos para obedecer. Jesús es el mejor ejemplo de esto: aunque era Dios, se humilló y obedeció al Padre hasta la cruz, demostrando que la humildad y la obediencia van de la mano.
Muchas veces, el orgullo nos impide obedecer. Queremos hacer las cosas a nuestra manera, confiando en nuestro propio entendimiento. Sin embargo, la Biblia nos enseña que Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes (Santiago 4:6). Ser humildes significa reconocer que no sabemos todo, que necesitamos de Dios y que Su camino siempre es mejor que el nuestro.
Cuando nos acercamos a Dios con humildad, Él nos guía, nos fortalece y nos ayuda a caminar en obediencia. La sumisión a Su voluntad nos lleva a una vida de bendición y propósito.
Cómo Aplicarlo:
Reconoce tu necesidad de Dios: No podemos vivir correctamente sin Su dirección.
Entrega tu voluntad a Él: Acepta que Su plan es mejor que el tuyo, aun cuando no lo entiendas.
Obedece con disposición: Haz lo que Dios te pide con un corazón sincero y humilde.
"La verdadera obediencia comienza cuando dejamos a un lado nuestro orgullo y nos rendimos a Dios."
Señor, ayúdame a tener un corazón humilde para obedecerte en todo. Enséñame a rendir mi voluntad a Ti y a confiar en que Tus caminos son mejores que los míos. Que mi vida refleje la obediencia y la humildad de Jesús. En el nombre de Jesús, Amén.
Santiago 4:10 (Reina-Valera 1960)
"Humillaos delante del Señor, y él os exaltará."