Todo lo que tengo viene de Ti"
Santiago 1:17 (RVR1960)
Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza ni sombra de variación.
Hoy, en medio del ritmo agitado de la vida, corremos el riesgo de olvidar que cada detalle de nuestro día —por pequeño que parezca— es una expresión de la bondad de Dios. La salud que disfrutas, el techo bajo el cual duermes, la comida que tienes sobre la mesa, el amor de tu familia, incluso el aire que respiras… no son producto del azar ni del esfuerzo humano únicamente, sino dádivas del cielo.
Santiago nos recuerda que toda buena dádiva proviene de Dios, y que Él no cambia. Su fidelidad no depende de nuestro comportamiento ni de las circunstancias. Él sigue dando con generosidad, incluso cuando no lo merecemos.
El problema no es que Dios no bendice, sino que a veces no lo reconocemos.
La gratitud nace cuando el corazón se inclina con humildad y reconoce que no es autosuficiente. Hoy el mundo celebra la independencia personal, pero Dios se agrada de los que viven conscientes de su dependencia constante de Él.
Haz una pausa. Mira a tu alrededor. ¿Puedes ver la mano de Dios en tu vida?
Tal vez no tengas todo lo que deseas, pero sí tienes mucho más de lo que imaginas. Reconocer con humildad que todo proviene de Dios te libera del orgullo, te fortalece en los momentos difíciles, y te llena de paz.
Empieza tu día no pidiendo más, sino reconociendo y agradeciendo lo que ya has recibido. Porque quien reconoce las bendiciones con humildad, está preparado para recibir aún más.
“Un corazón agradecido no es el que tiene más, sino el que reconoce que todo lo que tiene es un regalo de Dios.”
Oración:
Padre celestial, reconozco que todo lo bueno en mi vida viene de Ti. Perdóname si he olvidado darte las gracias, si he pensado que es por mi fuerza o inteligencia. Hoy me rindo con humildad, reconociendo que sin Ti no soy nada. Gracias por tu fidelidad, por tu provisión constante, y por tu amor inmerecido. Abre mis ojos para ver tus bendiciones cada día. En el nombre de Jesús, amén.